CUENTOS DE SIEMPRE: LA BELLA DURMIENTE


El rey y la reina estaban locos de contento. Habían tenido una bella hija que heredaría el trono.
Las hadas le ofrecieron sus dones. Pero nadie se acordó de invitar al hada maléfica, que la maldijo: -¡A los quince años se pinchará y morirá! Por suerte, aún faltaba el regalo de un hada: -No morirá, dormirá hasta que un príncipe la despierte.
La princesita era buena, inteligente y hermosa, según los deseos de las hadas. Pero, a pesar de todas las precauciones, al cumplir quince años se pinchó con una aguja y , al instante, cayó en un seños profundo.
Le pusieron su mejor vestido y adornaron su lecho con flores.
El hada buena se compadeció de la tristeza que reinaba en palacio, con su varita mágica tocó a hombres y animales y todos se quedaron dormidos, como la princesa.
El palacio quedó silencioso y, con el tiempo, un espeso bosque de zarzas lo cubrió. Después de cien años ya nadie recordaba a la princesa dormida. Entonces acertó a pasar por allí un príncipe valiente.
Atraído por la curiosidad, quiso atravesar aquel bosque impenetrable. Como por arte de magia, las zarzas se apartaban para dejarle pasar.
Encontró a todos dormidos, desde los reyes en sus tronos, hasta el último ratón de la cocina. Asombrado, se preguntaba qué podía haber sucedido allí.
Al descubrir a la princesa en su lecho, quedó prendado de ella y la besó con amor. El encantamiento se rompió y la princesa despertó junto al príncipe.
Todos los habitantes del palacio despertaron y celebraron con gran alegría el fin del encantamiento. Aprovechando la fiesta, la bella durmiente y el príncipe se casaron.
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